La obra de César A. Candanedo, en particular Los clandestinos, junto a muchos  otros sectores, sirvió para apalancar la gran epopeya nacional, la que aún no se ha contado como es debido, y que al parecer ciertos sectores desean silenciar en estas épocas, para conceder a otros nombres y a otras causas la responsabilidad del presente.

César Candanedo describió con fidelidad y dureza el vientre de nuestra tierra, lo hizo con voz de protesta y tono de denuncia, pero a la vez con la insustituible intención artística que debe germinar en todo texto literario,confiriéndole a sus páginas la aureola casi mística que, en la región americana, en otros libros, daría pie a aquel «realismo maravilloso» del que se hablaría animosamente una década más tarde. Que sea la lectura analítica y reflexiva de Los clandestinos, de toda la obra del escritor chiricano y de los bardos panameños, nuestro reconocimiento a su aporte y, al mismo tiempo, la justa preparación para los compromisos generacionales que, igual que ayer,  hoy nos competen en la marcha hacia el futuro, por encima de los obstáculos que los nuevos tiempos puedan imponer en el camino.